23 febrero 2007

Carne de cañón

Esta canción de Alejandro Filio en apoyo a nuestros hermanos indígenas. Pugnemos por que finalmente se cumplan los Acuerdos de San Andrés, pues más allá de los líderes y de las ideologías, deberíamos simpatizar invariablemente con el respeto a la vida, la libertad y la dignidad de las personas. Para los indígenas "su verdad" es su identidad, lo que son y lo que han sido; por eso piden respeto para su territorio y para su pueblo pues por siempre su verdad ha estado relacionada con los conceptos de "tierra" y "comunidad". Apoyémoslos en su lucha no sólo no permitiendo que se sigan cometiendo atropellos e injusticias en su contra sino evitando que sean "carne de cañón" de nuestros prejuicios e indiferencia.

Arderá la selva y otra vez regresará
la soledad, la soledad.
Se mojará esta tierra con la sangre de esos niños
una vez más, una vez más.
Pero su verdad será la misma,
su verdad y la de tantos más,
y la de tantos...

Romperán las reglas y de nuevo nuestra casa
apestará, apestará.
Siempre habrá un culpable inocente como el mito
de nuestra paz, de nuestra paz.
Y dormirá el amor una semana
para esperar un siglo la verdad.

Que sólo somos carne de cañón
para salvaguardar su condición.
Solamente carne de cañón, o tú o yo,
simplemente carne de cañón.

Muera el insensato no daremos nunca un paso
no para atrás, no para atrás.
Dura fue la mano pero más la historia que
la juzgará, la juzgará.
Y dormirá el amor otra semana
cuando menos para no olvidar.

Que sólo somos carne de cañón
para salvaguardar su condición.
Solamente carne de cañón, o tú o yo,
simplemente carne de cañón.

Huesos y hojas

Este cuento lo escribí en el 2002 dentro de la Casa del Faldón, cuando tomaba el diplomado en creación literaria de la Escuela de Escritores de Querétaro (SOGEM). Fue premiado en el concurso de literatura del Tecnológico de Monterrey Campus Querétaro y en el concurso Intercampus celebrado en Morelia. Espero sus comentarios.

No siento los huesos. Tal vez alguien se los llevó mientras estaba dormido; no sé para qué, mis huesos son tan chicos que no creo que le puedan quedar a alguien. Ayer mamá dijo que no volviera a venir a este bosque, los árboles son muy grandes y me puedo perder, pero a mí me gusta escalar los troncos, aplastar las hojas secas y duras del suelo y luego acostarme a ver cómo los árboles le apuntan al sol.

Desde la primera vez que vine sentí que los árboles se formaban para hacerme un camino que me llevaría muy lejos. Después murmuraban entre ellos moviendo sus hojas, yo creo que querían que me perdiera en el bosque y ya nunca volviera con mamá. Por eso siempre regresaba corriendo a mi casa cuando veía que los árboles aventaban sus hojas amarillas sobre mí.

No sé que pasará con mis huesos, seguramente fueron a buscar el camino para volver a casa y luego van a venir por mí. Ya quiero estar con mamá, debe estar bien preocupada porque no he vuelto desde en la mañana. Yo no me quería perder pero cuando regresaba a mi casa los árboles se formaron haciendo muchos caminos y ya no supe por cual irme. Me quedé de pie esperando que los árboles se cansaran de jugar a que me perdía y me dejaran regresar, pasó mucho tiempo y no se cansaron. Recuerdo que una parvada de hojas secas se acercó a mí lentamente, quise correr y mis piernas estaban dormidas, por más que les dije que se despertaran no lo hicieron. Las hojas se fueron acercando hasta envolverme, me apretaban tanto que me dormí. Nunca había dormido parado, a lo mejor mis huesos se espantaron con las hojas y se fueron a esconder dejándome en esta posición. Yo creo que van a regresar cuando vean que ya desperté.


(fragento)

Negro cristal

Este fue uno de mis primeros cuentos, fue publicado en una plaquette llamada "Palabras huérfanas".

Un soplo de aire roza tu cara y te despierta. Las redes del techo te asustan un poco al asociarlas con tu última pesadilla. Al levantarte observas a tu alrededor. Todo está oscuro, sólo algunas formas se distinguen por su mayor negrura; caminas hacia ellas al ritmo que un grillo te impone. Te hallas entre cajas. Las miras, las tocas, las sientes.

A tu derecha está una pequeña, del tamaño de un bebé. Al otro lado una caja aterciopelada por dentro. Sigues caminando lentamente. Descubres urnas de hierro, roble, plata, arcilla y papel. Observas cada una con detenimiento. A lo lejos, algo brilla. Al acercarte hallas que se trata de una caja de cristal.

Nunca has visto una así. Tiene un Cristo enorme en la tapa y pequeños ángeles en los costados. Pareciera que emergieron por sí solos, como delfines en un mar traslúcido. La analizas. Es grande y amplia. Piensas que tal vez cabrías en ella. Parece resistente. Además, debe ser interesante estar dentro de una caja transparente. Le das vuelta. Dudas un momento, pero finalmente alzas la tapa y te sumerges.


(fragmento)

Charcos a tu antojo

Este poema es un cadáver exquisito que hice hace un tiempo con una amiga.


Los peces llorando
______ y tú sin otra alma.

Tan ronca como mar sembrado de ángeles
en el vértigo negro ______ casi transparente
en tus oraciones que están a hundirse
en el alma donde tibios ojos conquistaron la piedra

pero el mar nacido ______ de otro cuerpo
que ella, sanguinaria, llamó
a pesar de los muros y los hombres
fue en mí hartazgo de discursos fracasados.

Desde entonces el agua
__________ adiós de lo que soy

está en la sombra.

No te salves

Esta poesía es una mis favoritas. La escribió Mario Benedetti y el grupo Mexicanto la hizo canción magistralmente. Es una especia de himno para no quedarnos quietos ante la vida y ante las adversidades, para luchar siempre por nuestros ideales y metas sin desfallecer en el camino. Espero les guste como a mi.

No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
pero si

pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.

13 febrero 2007

Espantapájaros

Este cuento lo escribí en Septiembre de 2003 y fue publicado el 2004 en el libro "La orilla quemada" por el ITESM-CQ. Trata de dos hermanos que juegan en un campo de maíz con un espantapájaros hasta que éste se hace arisco conforme pasa la temporada y llega la cosecha. Espero sus comentarios! :D


Los surcos se extendían largamente sobre el campo. El aire movía con lentitud las hojas de los árboles plantados en la orilla. Ana y Pablo caminaban con cuidado para no pisar las semillas de maíz que su padre acababa de sembrar. Les llamaba la atención la sombra que se alzaba con forma de cruz en el centro del campo. La primera en llegar fue Ana, aunque era más pequeña siempre caminaba y corría más rápido. Observaron por largo tiempo al muñeco que colgaba de una estaca clavada en la tierra. Sus brazos se sostenían sobre un palo de escoba perpendicular a ésta.

Era la primera vez que su padre ponía un espantapájaros, se había cansado de los cuervos que atacaban el maizal. La cabeza era un balón pintado con cabellos de estambre morado. Llevaba puesto un pantalón con parches, un saco descosido color pasto y un sombrero café. Sus manos eran guantes y sus pies botas. Los hermanos estaban asombrados de su inmovilidad. Fue entonces cuando lo invitaron a jugar con ellos. Él movió su cabeza y volteó a verlos con sus ojos de botón. Ana y Pablo le insistieron. Lentamente se descolgó y se paró frente a ellos.

...

Todas las tardes, después de que su padre terminaba sus faenas en la milpa, Ana y Pablo iban con el espantapájaros. Pero no debían pisar los brotes de maíz que comenzaban a surgir porque él se entristecía y ya no quería jugar. Cada vez sus juegos tenían más reglas para cuidar que no maltrataran la milpa. Él se enojaba cuando lo desobedecían y, aunque no podía hablar, los niños se daban cuenta porque movía sus manos aceleradamente, como si quisiera atrapar algo que se le escapa. Además, aunque los niños caminaban en silencio para evitar que los oyera, él siempre podía escuchar sus pisadas como una voz baja que retumba. Y cuando algo le pasaba a alguna de las varas de maíz, sentía una punzada en la cabeza que lo alertaba.


(fragmento)

Rabo de nube

Chequen esta canción. Ismael Serrano y Pedro Guerra cantan en concierto "Un rabo de nube", de Silvio Rodríguez.

06 febrero 2007

El despertar

Esta poesía de Alejandra Pizarnik es la que da nombre a mi blog. Disfrútenla.

Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y se ha volado
y mi corazón está loco
porque aúlla a la muerte
y sonríe detrás del viento a mis delirios

Qué haré con el miedo
Qué haré con el miedo

Ya no baila la luz en mi sonrisa
ni las estaciones que man palomas en mis ideas
Mis manos se han desnudado
y se han ido donde la muerte
enseña a vivir a los muertos

Señor
El aire me castiga el ser
Detrás del aire hay monstruos
que beben de mi sangre

Es el desastre
Es la hora del vacío no vacío
Es el instante de poner cerrojo a los labios
oír a los condenados gritar
contemplar a cada uno de mis nombres
ahorcados en la nada.

Señor
Tengo veinte años
También mis ojos tienen veinte años
y sin embargo no dicen nada

Señor
He consumado mi vida en un instante
La última inocencia estalló
Ahora es o nunca jamás o simplemente fue

¿Cómo no me suicido frente a un espejo
y desaparezco para reaparecer en el mar
donde un gran barco me esperaría
con las luces encendidas?

¿Cómo no me extraigo las venas
y hago con ellas una escala
para huir al otro lado de la noche?

El principio ha dado a luz el final
Todo continuará igual
Las sonrisas gastadas
El interés interesado
Las gesticulaciones que remedan amor
Todo continuará igual

Pero mis brazos insisten en abrazar al mundo
porque aún no les enseñaron
que ya es demasiado tarde

Señor
Arroja los féretros de mi sangre

Recuerdo mi niñez
cuando yo era una anciana
Las flores morían en mis manos
porque la danza salvaje de la alegría les destruía el corazón
Recuerdo las negras mañanas del sol
cuando era niña
es decir ayer
es decir hace siglos

Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y ha devorado mis esperanzas

Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
Qué haré con el miedo